Cuba está de mala suerte, por todo lo que le ha caído con el maldito huracán, y también porque la muerte se llevó a Celia y su hermano, y ahora ha venido por Humberto Solas, su cineasta más representativo después de Gutiérrez Aleas.
El nombre de Humberto Solas (1941), es el de uno de los cineastas más representativos del cine cubano surgido con la revolución, sobre todo con una de sus películas más emblemáticas, Lucia (1968), tres frescos en una sola película, obra ambiciosa e intensamente feminista, deudora de Flaubert y de Visconti según el propio autor, título pasado y repasado en noches de vino tinto y cine-clubs con discusiones interminables hasta altas horas de la noche. Lucía es una y trino, tres mujeres en tres épocas distintas, la primera es una chica bien a punto de casarse con un guapo español hasta que irrumpe en su vida la guerra de la independencia (1895), la otra Lucia es una camarada de lucha contra el dictador Machado en una historia con traiciones y renuncias, y la tercera es la más luminosa…Está situada al comienzo de la revolución, hay una pareja de enamorados, ella es abierta y alegre, él es un buen tipo pero tan machista y posesivo como buena parte de la población masculina... La he vuelto a ver no hace mucho. Está claro que el autor trataba de ofrecer una imagen amplia de la mujer cubana, desdoblada en tres personajes que corresponden a los distintos episodios de la historia nacional…Se tres retratos completos que conforman un gran fresco histórico sobre la lucha del pueblo cubano contra la opresión, y al mismo tiempo es una crónica de la difícil emancipación de la mujer, por más que ella se inserte en primera línea a grandes movimientos en pro de grades cambio, siempre insuficientes, lo que queda patente por la descamada presentación de los prejuicios machistas, sobre todo en el tercer episodio, un tema sobre el que existen dramáticos ejemplos en otras revoluciones como la rusa en la que muchos obreros revolucionarios creían que la mujer que tenían eran de su propiedad…
Sola tenía 18 años cuando el ejército rebelde entró en La Habana, y él estaba allí como soldado, había abandonado sus estudios de Arquitectura para unirse a la guerrilla. Luego fue uno de los primeros en colaborar en el noticiario del recién creado I.C.A.I.C, de historial tan rico.
Después de realizar media docena de cortometrajes en su mayor parte formando equipo Solas realizó su primer documental-largometraje, Manuela (1966), de meridiana concepción feminista a través de un hermoso retrato de una combatiente en la guerrilla castrista, película que servidor recuerda como tantas otras películas exponentes del muy fresco cine cubano de la realización, del tiempo en que en los cines de París se podía ver Cuba, si, de Chris Marker, películas sobre las que no he vuelto a tener noticia. Luego llegará Un día de septiembre, (1974), una película de signo intimista sobre la que carezco de información, pero que según efectúa una retrato nada complaciente de un veterano de la revolución que se ve abocado a hacer un balance de su vida y de las ideas por las que luchó.
Mucho más celebrada y conocida sería la siguiente Cantata de Chile (1977), que sí fue estrenada aquí como parte del aluvión de películas comprometidas que conectaban con el amiente participativo y entusiasta del antifranquismo. Se trata de una película bastante ambiciosa pero que, empero, no llegó a convencer como Lucia. Solas intentó hacer un homenaje a la lucha del pueblo chileno a través de cuatro “episodios nacionales”: la lucha de los araucanos contra los colonizadores españoles, el proceso independentista del siglo XIX, la gran huelga minera de 1907 y la oposición a Pinochet. Es una gran idea que Solas no consigue encardinar las intenciones con las imágenes, y la película deja un cierto regusto a panfleto bienintencionado propio por ejemplo de Miguel Littin.
No será hasta seis años después realiza en co-producción con España (ostensible por la presencia del Imanol Arias como protagonista junto con Daisy Granados y Razquel Revueltas, la primar Lucia) ) Cecilia, adaptación de una novela de Cirilo Villaverde que pasa por ser la más importante de la literatura cubana decimonónica, en la que Solas se revela una vez más proclive a la presentación de melodramas históricos desde una perspectiva marxista. La historia de una mulata que aspira a mejorar de vida mediante su relación con un rico terrateniente es ciertamente una historia de apasionado romanticismo, pero también un gran fresco social y un acercamiento a la pujante tradición afro-cubana (que, para el caso de Haití, ya había abordado en su documental Simparelé). Sin embargo, Cecilia naufraga en una indecisión formal que de nuevo hace añorar el pulso firme de Lucía, con cuyo primer episodio guarda más de un punto de contacto. Se trata de una película que habría no obstante que revisar.
Hace muchos años que pude ver por video Un hombre de éxito tiene, en cambio, mayor interés: historia de un arribista en el período que va de los años treinta a los años cincuenta en Cuba, la película denuncia el oportunismo político desde una óptica realista y satírica. En una medianoche de TV” pude pescar su adaptación de la inmortal novela de Alejo Carpentier, El siglo de las luces (1992), el más ambicioso de sus proyectos, y una gran película que no he podido retener y que desde luego, no se puede mirar desde la misma novela, totalmente intraducible en el lenguaje cinematográfico. Lo más singular a mi parecer es que un producto de estas características, tan importante culturalmente, se viera abocado a un mero pase nocturno en una época que nal que cuanto menos se podía “cazar” este tipo de cine por la pantalla…Hace unos días pude ver gracias a la mula, Barrio Cuba, la última película de solas y sin duda la más valiente. Es una historia de la Cuba pobre pero digna, vidas sencillas pero duras e intensas narrada en unas claves próximas al documental, todo un hallazgo que demuestra que humerito tenía todavía muchas cosas que hacer y decir.
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Pepe Gutiérrez-Álvarez
Kaos en la Red