El próximo 29 de octubre la Asamblea General de Naciones Unidas discutirá y someterá a votación el proyecto de resolución "Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba".
Durante 16 años consecutivos la propia Asamblea General ha aprobado, por creciente y abrumadora mayoría, similares resoluciones; la última de ellas, el 30 de octubre de 2007, con el apoyo de 184 países.
Sin embargo, como demuestra fehacientemente el informe presentado por Cuba a la Asamblea General sobre la resolución adoptada el pasado año, el gobierno de Estados Unidos, con su acostumbrada arrogancia, ha desconocido el mandato expreso de la comunidad internacional y lejos de poner fin a una política genocida la recrudece en su intento de matar por hambre y enfermedades a nuestro pueblo.
Durante el último año se han mantenido y reforzado las principales direcciones del bloqueo, puestas de manifiesto en la sistemática persecución y aplicación de sanciones a empresas e instituciones financieras que realizan o puedan realizar operaciones con Cuba, a la vez que organiza e incrementa operaciones subversivas, que amparadas en el Plan Bush, persiguen derrocar el legítimo orden constitucional establecido y refrendado por el pueblo cubano e iniciar la recolonización de nuestro país.
Como conoce la comunidad internacional, Cuba ha sufrido recientemente el paso destructor de los huracanes Ike y Gustav, con pérdidas que, estudios no definitivos cifran en más de cinco mil millones de dólares, fundamentalmente en renglones tan sensibles para la población como la vivienda, la agricultura, la energía y la infraestructura.
El Estado cubano, con el decidido y abnegado esfuerzo de la inmensa mayoría de nuestro pueblo, despliega todas sus energías para en el menor tiempo posible recuperarnos de los daños causados, atender las ingentes necesidades de la familia cubana, construir o reconstruir decenas de miles de viviendas y hacer avanzar la producción de alimentos. Todo ello, en medio de las difíciles condiciones que enfrenta el mundo hoy, sumido en una crisis financiera de incalculables efectos en todo el planeta.
En esa titánica batalla que llevamos adelante hemos contado con la solidaridad de muchos gobiernos y pueblos de todo el mundo que, en gesto magnífico, han contribuido, incluso a pesar de las propias carencias de algunos, con envíos de donaciones y ayuda de inestimable valor moral y material. El pueblo cubano, protagonista excepcional de la práctica sistemática de la solidaridad, entiende y agradece, en toda su magnitud, esas desinteresadas acciones.
No podemos decir lo mismo, sin embargo, del gobierno de los Estados Unidos. Primero ofrecieron una supuesta ayuda de cien mil dólares acompañada de una inspección in situ de los daños causados por ambos huracanes. Nuestra respuesta no podía ser otra que la de no aceptar ninguna comisión de evaluación de los daños, por cuanto la experiencia acumulada durante todos estos años, nos permite evaluar, con rigor y objetividad, los estragos de este tipo de fenómenos meteorológicos.
Cuba no podía aceptar tampoco, por un problema de principios, supuestas ayudas del gobierno que ha perpetuado el criminal bloqueo que dura ya casi 50 años.
Cuba no pidió ayuda a nadie, mucho menos a Estados Unidos.
Cuba sí pidió al gobierno de ese país que nos permitiera comprar a las empresas norteamericanas, en las condiciones que esas empresas venden en el mercado mundial, los recursos necesarios para la reconstrucción del país. Muchas fueron las voces en los Estados Unidos, entre ellas de candidatos a la presidencia, congresistas demócratas y republicanos, influyentes diarios, ONG y organizaciones humanitarias, que pidieron a la administración norteamericana no ya levantar el bloqueo, sino algo más simple: flexibilizar por unos meses sus draconianas medidas, entre ellas la prohibición de viajes de cubanos residentes en ese país y el envío de remesas a sus familiares en Cuba, lo que a su juicio sí podía tener un impacto en la ayuda al pueblo cubano.
El gobierno de Estados Unidos, mientras tanto, reiteró que bajo ninguna circunstancia relajaría la aplicación de su criminal política. No hay ejemplo más elocuente del verdadero objetivo del bloqueo: tratar de destruir la Revolución promoviendo "hambre y desesperación" para restarle apoyo del pueblo, como reconoció ese gobierno el 6 de abril de 1960. Tal política, que tipifica claramente el crimen internacional de genocidio, pronto cumplirá medio siglo.
Ante la obstinación y la soberbia del gobierno de Estados Unidos, Cuba seguirá adelante. Cincuenta años de agresiones y guerra económica por parte de la mayor potencia que ha conocido la historia no podrá doblegar jamás a este pueblo. En las duras circunstancias que hoy nos corresponde luchar seguiremos trabajando por la recuperación del país y alcanzar, como lo quería Martí, toda la justicia.
La Asamblea Nacional del Poder Popular de la República de Cuba llama a los parlamentarios de todo el mundo a exigir al Congreso y al gobierno de Estados Unidos el levantamiento incondicional de su genocida bloqueo, y respetar el legítimo y soberano derecho del pueblo cubano a construir su propio destino.
Presidencia de la Asamblea Nacional del Poder PopularRepública de Cuba
La Habana, 13 de octubre de 2008