Siempre que se vuelve a los fundadores de la teoría revolucionaria, sus apreciaciones, juicios y criterios no dejan de sorprender por su notable vigencia.
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Será acaso que fueron tan antidogmáticos, tan apegados a la objetividad, a la realidad, que por ello el tiempo no sacrifica para nada las sustancias de cuanto enunciaron.
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Es el caso de Vladímir Ilich Lenin, el impulsor de la revolución proletaria en la vieja Rusia zarista de inicios del siglo XX, y creador del primer estado de obreros y campesinos en la historia de la humanidad.Hace poco, releyendo lo que se denominó Cartas desde Lejos, documentos en los que enjuiciaba los rumbos que debía tomar la revolución burguesa que recién había puesto fin al poder del Zar en marzo de 1917, y confeccionados mientras preparaba su pronto regreso a la Patria, precisaba Lenin que el éxito de los procesos genuinamente populares radica en lograr el desmontaje de los mecanismos de poder en manos de las minorías y sustituirlos por una administración, un ejército y unos cuerpos del orden en manos del pueblo.
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Lo contrario equivaldría, añadimos nosotros, a perderse en una noria de inconsecuencias y obstáculos donde las aspiraciones más caras de las masas nunca podrían realizarse a plenitud.
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Y frente al actual panorama latinoamericano, en que gobiernos progresistas nacidos de la justa electoral tradicional se ven urgidos de crear nuevos mecanismos legales que les aseguren el poder so pena de ver mediatizado su desempeño, vale preguntarse si resulta válido o no aquel precepto leninista.
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Es evidente que el por ahora frustrado intento de la Revolución Bolivariana de reformar la Carta Magna a favor de medidas socialistas, el trabajo nada fácil de la Constituyente boliviana, y el desempeño que comienza una asamblea similar en Ecuador, son justos esos esfuerzos que indefectiblemente deben asumir las masas para asegurarse los mecanismos de poder una vez alcanzado el gobierno.
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Lo contrario, es decir, no actuar en ese sentido, equivale a quedar en el terreno de lo formal, de lo aparente, de lo carente de verdadera sustancia revolucionaria.
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De manera que detrás de la lucha por estos cambios fundamentales, aun cuando algunos lo nieguen u oculten, y cuando otros ni siquiera logren identificarlas, están las líneas de acción básicas trazadas por los genios del marxismo leninismo, verdaderos ejemplos de miras amplias, abiertas y creadoras.
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Por: Néstor Núñez AIN, para ARGENPRESS
