Excesos autoritarios, de sello fascista por sus métodos brutales y sus campañas de odio y mentira, amenazan al Perú.
En ese escenario, lo ocurrido con los jóvenes detenidos por haber participado en el Segundo Encuentro de la Coordinadora Continental Bolivariana subleva el ánimo.
Dos casos indignan en particular. El de Melissa Patiño, joven poeta de 20 años de edad, animadora cultural conocida y apreciada por muchos, ajena a partidos o frentes políticos (si militara en ellos tampoco sería delito). Melissa es sospechosa porque se le ve en una marcha antiimperialista realizada en Quito. Allí participaron miles de jóvenes de varios países. En ninguno de éstos, salvo el Perú, se ha encarcelado a los manifestantes.
El otro abuso descomunal se comete contra Carmen Azparrent. Ella es hija de Fermín Azparrent, el alcalde de Huamanga, profesor de matemática y dirigente del Partido Comunista Peruano, asesinado por Sendero Luminoso.
Hay que ver en este caso un manotazo del poder político. Luis Alva Castro y el propio presidente, Alan García, necesitan “terroristas” y “chavistas” para tender cortinas de humo sobre sus propios crímenes (el asesinato de campesinos en el paro agrario) y para congraciarse con el amo imperial, que está en plena campaña para aislar, desacreditar y luego invadir a Venezuela.
El régimen alanista es una forma latinoamericana del fascismo en marcha. Su legislación represiva y su decreto supremo que implanta la impunidad para la fuerza pública que mate a civiles, son la punta de lanza jurídica de los proyectos represivos. Eso se completa con el dominio totalitario de los medios de comunicación, con la excepción que ustedes conocen.
Días atrás, en una reunión de gobernadores, una fuerza de choque controlaba violentamente el ingreso en la cita. Su brutalidad se descargó contra un periodista y un camarógrafo de Canal 4. ¿Era una versión de paramilitares recién entrenados y estrenados? Si esto se repite, hay que sonar la alarma. Preocupa que los medios asociados a ese canal no hicieran cuestión de Estado por el abuso.
Varias maniobras diversionistas nublan, entre tanto, la atención pública. El caso Tula Benites es demostrativo. Primero actúa en el escándalo del salvamento la Santa Alianza Apra-Fujimori- PPC. Después, debido a la repulsa pública, García salta a la palestra y critica a sus compañeros: la Benites resulta echada del Congreso y expulsada del APRA.
Esto no es en verdad lucha contra la corrupción. Se está sancionando a los peseteros, no a los políticos y empresarios que roban millones.
Pero no toda la gente es idiota. El encarcelamiento de jóvenes inocentes ha encrespado a intelectuales, estudiantes, mujeres, sindicalistas.
Es hora de ampliar la lucha. Es hora de apresurar la libertad de Melissa, Carmen y sus compañeros. .
Por : Cesar Levano
En ese escenario, lo ocurrido con los jóvenes detenidos por haber participado en el Segundo Encuentro de la Coordinadora Continental Bolivariana subleva el ánimo.
Dos casos indignan en particular. El de Melissa Patiño, joven poeta de 20 años de edad, animadora cultural conocida y apreciada por muchos, ajena a partidos o frentes políticos (si militara en ellos tampoco sería delito). Melissa es sospechosa porque se le ve en una marcha antiimperialista realizada en Quito. Allí participaron miles de jóvenes de varios países. En ninguno de éstos, salvo el Perú, se ha encarcelado a los manifestantes.
El otro abuso descomunal se comete contra Carmen Azparrent. Ella es hija de Fermín Azparrent, el alcalde de Huamanga, profesor de matemática y dirigente del Partido Comunista Peruano, asesinado por Sendero Luminoso.
Hay que ver en este caso un manotazo del poder político. Luis Alva Castro y el propio presidente, Alan García, necesitan “terroristas” y “chavistas” para tender cortinas de humo sobre sus propios crímenes (el asesinato de campesinos en el paro agrario) y para congraciarse con el amo imperial, que está en plena campaña para aislar, desacreditar y luego invadir a Venezuela.
El régimen alanista es una forma latinoamericana del fascismo en marcha. Su legislación represiva y su decreto supremo que implanta la impunidad para la fuerza pública que mate a civiles, son la punta de lanza jurídica de los proyectos represivos. Eso se completa con el dominio totalitario de los medios de comunicación, con la excepción que ustedes conocen.
Días atrás, en una reunión de gobernadores, una fuerza de choque controlaba violentamente el ingreso en la cita. Su brutalidad se descargó contra un periodista y un camarógrafo de Canal 4. ¿Era una versión de paramilitares recién entrenados y estrenados? Si esto se repite, hay que sonar la alarma. Preocupa que los medios asociados a ese canal no hicieran cuestión de Estado por el abuso.
Varias maniobras diversionistas nublan, entre tanto, la atención pública. El caso Tula Benites es demostrativo. Primero actúa en el escándalo del salvamento la Santa Alianza Apra-Fujimori- PPC. Después, debido a la repulsa pública, García salta a la palestra y critica a sus compañeros: la Benites resulta echada del Congreso y expulsada del APRA.
Esto no es en verdad lucha contra la corrupción. Se está sancionando a los peseteros, no a los políticos y empresarios que roban millones.
Pero no toda la gente es idiota. El encarcelamiento de jóvenes inocentes ha encrespado a intelectuales, estudiantes, mujeres, sindicalistas.
Es hora de ampliar la lucha. Es hora de apresurar la libertad de Melissa, Carmen y sus compañeros. .
Por : Cesar Levano