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De la resistencia a la escuela de cuadros

(aw) Los cambios en la librería, en la universidad y en la propia Asociación Madres de Plaza de Mayo son analizados en este artículo de opinión del docente Luis Sabini Fernández

Por Luis Sabini Fernández
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Buenos Aires, 19 de marzo de 2008.-
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1. El 30 de abril de 1977 es un día histórico en Argentina. Entonces plasmó públicamente, en la calle, en la plaza, una resistencia denostada con burla por dictadores y alcahuetes: las que iban a ser las Madres de Plaza de Mayo reclamaban la aparición de sus hijos detenidos-desaparecidos o secuestrados-desaparecidos.
El monstruo armado de uniforme nacional que se había abatido sobre calles, talleres, centros de estudio y aguantaderos clandestinos había sumido a la sociedad argentina en el estupor, el terror o la condescendencia por aquello de “que iban a poner orden”. Ni los partidos políticos ni los gremios ni las organizaciones armadas les hacían frente. Ni podían. Pero las madres tampoco “podían” y sin embargo les hicieron frente.
Alguna vez garabateamos frases inéditas sobre el valor de la sangre, el amor a los hijos, como mucho más fuerte y resistente que tantas otras configuraciones ideológicas, políticas o profesionales.
Ni el atroz y cobarde asesinato de algunas de sus fundadoras ni la división entre “Asociación” y “Línea Fundadora” han amenguado ese valor.

2. Con el tiempo, Madres, las Madres tanto unas como otras, se fueron politizando y tal vez por ello, en cierto sentido, estrechando sus miras. Al poner el acento en sus hijos, dejaron más en la penumbra que había muchos detenidos/desaparecidos que no eran hijos, es decir que eran adultos o adultas donde su condición filial ya había menguado, con los tiempos biológicos. Ya ni estaban sus madres para reclamar por ellos. Y que no eran menos vidas truncadas que las de los jóvenes veinteañeros.

3. Al poner el acento en el mensaje de sus hijos, en general enrolados en organizaciones guerrilleras o violentistas de masas (en la jerga setentista, antifoquistas), fueron dejando por el camino el significado también político, de un régimen como el de los militares del 76, que asesinaba parteras por pasar un dato a una atribulada abuela con hija embarazada desaparecida; o secuestraba porteros que, cumpliendo con su deber y por el rechazo que una intromisión violenta y abusiva despierta en cualquier persona más o menos sana, “obstruían” un procedimiento de las Fuerzas Conjuntas, en rigor un vulgar secuestro, o hacía desaparecer a meros sospechosos, a jóvenes marxistas, a gremialistas que ni siquiera operaban como reserva de “formaciones especiales” pero que sí molestaban a empresarios o a sindicatos corruptos. Todos esos casos ahondaban la monstruosidad del régimen porque revelaba que estaban reconfigurando la mentalidad “patria” y no solamente luchando contra la violencia insurreccional, como alegaban militares (y en cierto modo, Madres). Al quedar más al margen, se oscurecía la comprensión de lo realmente vivido.

4. Pero aun así, el papel revulsivo, como generador o nucleamiento de una resistencia cultural, una opción social y de actitudes ante el régimen, persistió. Las Madres siguieron encarnando ese papel de referente, receptáculo e irradiante de una nueva forma de hacer política, hacer la sociedad. Por eso, cuando luego de tantos años, la Asociación que dirige Hebe de Bonafini en uno de sus locales inaugura una librería, que como dice su extemporánea propaganda radial actual, está dedicada a forjar un mundo nuevo, una multitud de publicaciones y periódicos de todo tipo, pero alternativos, críticos, poéticos, marxistasleninistas, anarquistas, revolucionarios, guevaristas, literarios, punks, antiimperialistas, de los pueblos originarios, sin partido, acudieron a la cita y la librería los recibió en su seno y los dispuso en mesas y mostradores que se convirtieron en semillero de conocimiento, contacto, consultas, aprendizajes.

5. Hace unos meses, en un sintomático cambio de la estructura edilicia del frente del edificio, la librería se jibarizó y el bar se agrandó. La librería, tal vez por comprensibles razones de seguridad se acotó, se enmarcó, se encerró, pero allí, aquella cantidad de publicaciones periódicas que enumeramos sucintamente antes, mantuvo su espacio, a lo largo de una suerte de mostrador de varios metros casi al pie de las nuevas estanterías. De algún modo, además, la librería compensó en altura la superficie perdida.

6. Pero Madres de Plaza de Mayo ha ido construyendo muchas cosas. Tal vez cansadas de cumplir un papel, tan importante y removedor, pero frustrante, de pura denuncia y crítica, sobre todo la Asociación que dirige Bonafini ha logrado disponer de crecientes fondos para enormes agrandamientos. Entre ellos, la llamada Universidad de la Madres. La Universidad de las Madres ha nacido con un conflicto identitario grave, porque al mismo tiempo que reivindica lo universal, y por eso la denominación de Universidad —tan ambiciosa como la misma pretensión de universal— su alma mater, Hebe de Bonafini, ha insistido en calificar ese centro de estudios como “escuela de cuadros”.
No deja de ser penoso que un agrupamiento político tan de nuevo cuño, como todo lo que ha significado Madres y procuré señalar apenas al principio, adopte una concepción tan vetusta y probadamente falsa como la que acuñó el socialismo real durante buena parte del siglo XX. Escuela de cuadros, que gestó por doquier el estalinismo y que muchos aprendimos a calificar como escuela de cuadrados.
Claro que, como dice una ley de Murphy, “los problemas complejos tienen siempre soluciones erróneas que son sencilla y fáciles de comprender”. La estricta observancia de este principio no suele llevar adonde promete aunque muchas veces, sí, a su opuesto. Basta hablar con habitantes “vulgares”, ahora ex-, del socialismo real, soviético o del este europeo, para comprenderlo.
¡Qué triste resulta ver a un joven desamparado, desescolarizado, de la hipermodernidad que tan bien supieron terminar de forjar Menem y Duhalde luego de la aplanadora militar, rescatado a través de un emetedé, por ejemplo, venir “a la ciudad” a buscar La crítica del Programa de Gotha o alguna otra majadería que sólo se va a poder leer como biblia atea y socialista.

7. Y aquí viene la frutilla del postre. En algún momento de este flamante 2008, entre fines de enero y principios de febrero, un nuevo y llamativo acomodo: la exhibición y venta de publicaciones periódicas en la Librería de Madres ha quedado limitada a siete, o tal vez seis publicaciones, las más afines, con las que se tienen “relaciones más intensas”, para decirlo con el lenguaje pretendidamente neutro de los administradores: Sudestada, Devenir, América XXI, y tres más, seis en total, pero podríamos decir, pese al absurdo aritmético, seis y media, porque hay una en la cuerda floja; Punto de vista, que con sus tres o cuatro décadas de vida debió resultar un hueso más difícil de roer, pero que decididamente no se puede inscribir en escuela de cuadros alguna.
La Librería de Madres adopta así algo de la estructura empresario-comercial que conocemos de siempre, en este caso del mundo de la cultura. Por eso, el espacio que pierden las revistas lo tienen, por ejemplo, las remeras “con mensaje”. Pero hay algo más. Porque las revistas que estaban en las mesas de Madres, después de todo, dejaban un porcentaje comercial a la librería. Tal vez menor, pero tenemos entendido que una librería como la que motiva esta nota no se mueve, ni necesita moverse, por la ganancia. Pero, lo que sí está claro es que no estaban todas, obviamente, en el marco de una escuela de cuadros. Donde la verdad ya existe y solo hace falta difundirla. Entre las revistas que se habían acercado a las mesas de Madres estaban ciertamente, las que “bajaban línea”, las que tenían asegurada la línea correcta, pero también las que buscaban verdades, hurgaban en la realidad, procuraban desentrañarla.

Y con esta borratina de tantas publicaciones diversas, que habían visto en ese lugar aquella función de receptáculo, irradiante de una contracultura, una contrapolítica, las MPM eliminan el tejido rizomático que habían sabido forjar o habían aceptado albergar.

8. Tal vez haya que unir este estrechamiento de filas, este endurecimiento de perfiles, este aprender a hacer buena letra, con otro alineamiento que también han llevado adelante las MPM. Tal vez por aquel mismo cansancio de la pura denuncia, la crítica, estaban ansiosas de cumplir con algo positivo, algo afirmativo, y vieron en la pareja Ka aquello que tanto habían deseado durante tanto tiempo.
La pareja Ka, que gobierna este país coincidiendo con un período de plétora financiera y “éxito económico”, les ha brindado a las Madres no sólo señales de afinidad y respeto sino toda una senda de créditos materiales para realizar una serie de proyectos, como la construcción de muy necesarias viviendas para anchos sectores de población marginada por gobiernos anteriores.
Pero la vertiente oficialista, no es tan reciente y por lo tanto no es seguro que tenga que ver con la estrechez dispuesta en el papel social, cultural y político de la Librería de Madres y la sectarización consiguiente. Nos parece que basta y sobra con la noción de “escuela de cuadros” y los cursos que se dan apenas a unos pocos metros de la librería. Porque, insensiblemente, hay que ir acompasando universos y lecturas.

9. Somos editores de una revista, que, definitivamente se posiciona ajena y enfrente a todas las escuelas de cuadros. A las de las Escuelas de las Américas, panamericanas, interamericanas y todo ese recetario con el que el Gran Hermano del norte procura lavarnos el cerebro, pero también ajena a toda otra escuela de cuadros que nos quiera recetar la verdad islámica, o la revolucionaria, o la liberal pero democrática, o la marxista pero realmente proletaria.
Estamos en contra de todo adocenamiento cultural. De toda receta. Nuestra revista, futuros, procura expresar eso. Hemos hecho valiosísimos contactos con gente que piensa, con cabeza propia, que hojeó u ojeó la revista en la librería de Madres. Relaciones que conservamos con enorme alegría y orgullo.

10. Nos dimos cuenta que era un lugar único en Buenos Aires.
Ahora ya sabemos que no vamos a encontrar esos lectores, esas cabezas, a través de un pequeño hogar, dador de fuego, como el que funcionó por un tiempo, en Hipólito Yrigoyen y Montevideo. Tal vez porque funcionó sin que sus administradores se dieran cuenta.
Se dieron cuenta y no funciona más.

Editores de futuros


Fuente : AGENCIA DE COMUNICACION RODOLFO WALSH