miércoles

“No necesitamos el permiso de los gobiernos para existir”

Dorein, de 51 años, es vocera de su nación, Cayuga, y de la Confederación de Seis Naciones en resistencia. Su pueblo, de aproximadamente 21 mil personas, se encuentra “en pie de lucha” luego de que el gobierno canadiense y constructoras trasnacionales invadieran de nueva cuenta la reservación a la que fue confinado en el siglo XVIII. Se trata de un territorio de 6 por 9 millas (alrededor de 87 kilómetros cuadrados) entre Ontario y Québec (Canadá) y la ciudad de Nueva York (Estados Unidos).
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Dice que los problemas de toda la gente onwehonwe, como llama en su lengua a todos los pueblos indios del continente, son “muy semejantes” y no se van a resolver en las cortes de “los blancos”, sino por medio de la “acción directa”.
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“Ahora es el momento de luchar. No llegaremos a ningún lado si no ponemos límites a los blancos. No necesitamos el permiso de ellos ni sus gobiernos para vivir; tenemos el derecho de existir y de organizarnos. Nosotros iniciamos los procesos en la Corte de Justicia y no pasó nada: tuvimos que tomar acción directa.”
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La “acción directa” fue organizarse y parar las construcciones que ya se realizaban sobre su territorio. Además, echaron a los constructores y a la policía que los custodiaba. Los hechos ocurrieron el 28 de febrero de 2006.
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Hicimos que se fueran nada más con el poder de la gente; no teníamos armas. Fue el puro poder de la gente y el tabaco que quemamos para pedir la ayuda de nuestros ancestros y del creador.”
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Pero el gobierno canadiense no ceja en el reclamo de esas tierras para construir residencias lujosas y tiendas departamentales: “La Corte había mandado a la policía con una orden que nos decía que las tierras ya no eran nuestras. Cuando vino el funcionario a entregar la orden, la rompimos y la quemamos frente a ellos. Entonces el juez mandó otra orden con más policía muy armada. Pero toda la gente de la seis naciones resistimos”.
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No es la primera vez en los últimos 50 años que los gobiernos intentan reducir la reservación india. En tierras cayugas se ha construido la Universidad McGill y se han hecho presas para servicio de la ciudad de Montreal. “Nuestra tierra ha sido robada”, sentencia Dorein.
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Señala a la pobreza, la explotación, el despojo y la discriminación como los principales problemas de su pueblo, los cuales, sólo podrán ser superados cuando los pueblos indios de todo el continente tengan autonomía y autogobierno.
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Señala que se va de Vícam “muy orgullosa”, porque lo que encontró fue “gran unidad, fuerza, honor y dignidad. Es momento de caminar con la cabeza arriba y no mirando al piso. Somos sociedades vivas, vibrantes y tenemos mucho para ofrecer al mundo. A los ojos de nuestro creador somos iguales. Este encuentro fue un buen inicio para solucionar los problemas. Ahora todos se tienen que levantar en sus propias comunidades”.
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Dice que luego de las “acciones directas” que su pueblo ha iniciado, se han girado 35 órdenes de aprehensión contra los participantes en las manifestaciones y padecen las incursiones constantes de integrantes de la organización racista Supremacía Blanca, quienes golpean y lanzan balas de goma a los indígenas.
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“Pero preferiría morirme que hacer un deshonor a las generaciones que vienen. No quiero estar en mi tumba en 100 años y que mi pueblo esté pasando lo mismo todavía. Queremos vivir en paz con autonomía. Es lo único que hemos pedido desde siempre. A veces me sorprendo de que eso no lo pueda entender el opresor.” (ZC)
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Finqueros se apropian de la tierra
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La unidad es necesaria, pero se hará poco a poco”, dice Candelaria, kekchí y habitante de Tucurú, Guatemala. Pertenece a la Coordinadora Nacional Indígena Campesina de su país y a la organización internacional Vía Campesina.
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La indígena de 37 años dice que luego de haber escuchado a sus “hermanos” de todo el continente se “ha dado cuenta de que tenemos problemas iguales”. Considera que sólo con la organización de todos los pueblos indios de América se podrán mejorar las condiciones de vida de las comunidades.
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“Ahora ya estoy segura de que hay que organizarse muy bien. No sólo en un país sino en todo el mundo. Este tipo de encuentros puede hacer la unidad.”
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Sin embargo, dice que antes deben “platicar más para llegar a acuerdos. Todavía no estamos unidos en todo, pero ya estamos haciendo el espacio para lograr la unidad”.
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La comunidad de Candelaria se encuentra “en lucha” por la recuperación de tierras que ahora están en manos de “finqueros”. Se trata de “8 y media caballerías”, es decir, alrededor de 385 hectáreas que en 1997 se adjudicaron a la hacienda de Carlos René Sagastume. Dice que sólo un día les dijeron que las tierras no eran suyas.
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“No sabemos cómo es que se cambió el dueño de los terrenos. Le exigimos al gobierno que arregle esto porque no sabemos cómo fue que le dio autorización a ese señor. Nuestros abuelos siempre nos dijeron que era de nosotros.”
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Además, Candelaria dice que en la finca se contratan a indígenas que no tienen derecho a prestaciones sociales y trabajan sin cobrar por semanas.
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Siempre estamos siendo despojados, cuando no son las fincas son las empresas de minería o el propio gobierno. Siempre hemos visto que las autoridades quitan la tierra a los indígenas para entregárselas a los finqueros. Y nos va muy mal porque cuando ya no podemos ni sembrar, aumenta el precio del maíz.” (ZC)
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Por Zosimo Camacho
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